martes, 10 de enero de 2017

Carta para mí...

"Dejaste de escribir y si lo hacías me dejabas a la mitad de tu historia o de lo que estabas sintiendo, como si prefirieras bloquearlo. Era el medio por donde nos encontrábamos."



¡Hola...!

Últimamente me he preguntado: ¿cómo estás? Casi no hemos hablado ni nos vemos mucho tiempo, parece ser que le tienes miedo al espejo ciertos días, me preocupas... Llevamos 19 años juntas, a punto de cumplir 20 y tu salida ha sido desplazarme.

Dejaste de escribir y si lo hacías me dejabas a la mitad de tu historia o de lo que estabas sintiendo, como si prefirieras bloquearlo. Era el medio por donde nos encontrábamos. Sé que buscabas que otras personas te leyeran, pero antes era la primera en saber que te sucedía.

Me es difícil alejarme, primero me dices que me vaya y luego me pides regresar, aquí estoy. Tratando de ver qué es de tu vida, pero te recuerdo que no puedo ver lo que tú no quieres que vea. Sin embargo, me he dado cuenta que intentaste huir de la persona que encontraste hace unos meses, sé que no cambiaste de la última vez que nos vimos, te cuesta trabajo estar con alguien, pero no puedes evitar sentirte tan bien cuando compartes lo que amas con alguien especial.

No vengo a sabotearte, ni si quiera tengo intenciones de hacernos sentir mal, estamos acostumbradas a pelear, por lo mismo decidimos alejarnos pero invocamos algo llamado ansiedad y veo te cuesta trabajo seguir adelante con ella, sobretodo si se trata de tu relación. Pensé que no nos sucedería de nuevo esto... ¿Cómo te sientes al respecto?



Recuerdo como empezó nuestra separación, la presión de tus papás, ¿no? Querías crecer lo antes posible y yo no estaba preparada para dejar de divertirme. Buscabas ganar dinero, y creo que no te fue muy bien con el objetivo centrado.

Te notaba infeliz, ansiosa, estresada, etc: no dudé nunca de ti, por favor, eres tú: tareas, trabajos, proyectos más trabajo; eres una batería imparable. Te admiro, sabes que era tu mejor shot de ánimos, pero un día decidiste enterrarme.

¿Recuerdas esos días en los que nos mudamos? Cambiamos de ambiente, llorabas desconsoladamente y yo estaba ahí para protegerte. Te decía que eras muy dura contigo misma, pero no querías oír a nadie. ¿Te acuerdas de esas películas interminables? Nos aprendimos la programación de HBO, los diálogos de la películas y para tu suerte, eran películas de puro drama.

Sabía que te sentías sola y por eso no te dejé un sólo minuto sola, al parecer tenía que apagar tu música para ver si podías descansar adecuadamente, pero siempre nos ganaban los pensamientos.



Sólo pasaba a recordarte la hermosa persona que eres, la fuerza sobrenatural que sacas en esos momentos de angustia. Esta persona que llora con las películas, que sabe que sus sentimientos no son para cualquiera, que intenta superarse día con día. Que no es capaz de lastimar a alguien porque se destruye a ella primero.

¿Te acuerdas de esa plática que tuvimos? Nunca ibas a dejar que el dinero te dejara guiar, no querías convertirte en tu papá, diciendo que no hay dinero nunca, ni siquiera cuando las cosas en realidad pintaban bien y tristemente veía como ibas a directo a eso.

Sé que la pasaste difícil y sé que no fue sencillo dejar tu trabajo, pero vengo a decirte que todo va a estar bien, que tienes tu universidad para seguir adelante y en eso deberías centrarte. Veo que tu novia te ha ayudado bastante, me alegra ver que encontraste a alguien que entienda un poco lo que eres, igual vi que ha sido difícil seguir, ¿son tus inseguridades? ¿Desde cuándo no escribes? ¿Desde cuándo no te das un cubetazo de realidad? Sé que amas los dramas y las historias fantasiosas, pero no te apasiones, verás la luz más adelante. Sé que tienes miedo de traicionarte, de cometer los mismos errores, nos prometimos muchas cosas, pero sabemos que las promesas no son ley, son más como una teoría.

Me alegra ver que te permites llorar más, te estabas ahogando con tus lagrimas. Sólo veía como terminabas en el hospital una y otra vez. Te sentiste más cómoda en esos cuartos fríos que en tu casa, ¿dónde habías quedado?



No dejes que te ganen los enojos absurdos de tus papás, es más, cierra los ojos y siente que estoy contigo, nunca te he dejado, pero tengo que recordártelo. Siempre que lloras te he consolado, estoy más cerca que las llamadas o la tecnología y lo sabes.

No sé cuántas palabras me queden por decirte, pero sabes dónde encontrarme, sólo busca un espejo y quédate parada enfrente de él. Recuerda que no está mal llorar y sentir miedo. Lo único que tenemos prohibido, es rendirnos. No olvidemos lo hermosas que somos, por dentro y por fuera.

Sé que no te sientes muy bien últimamente, tranquila, a veces darnos consuelo a nosotras mismas no está mal, no te sientas mal si fracasas buscando a alguien más. Sólo quiérete. Nos tenemos a nosotras y no hay nadie mejor para entendernos que nosotras mismas.




Atentamente
Yo

-ARA